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 Grimsley y sus “mensajes” [canalizaciones] sobre la Tercera Guerra Mundial

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MensajeTema: Grimsley y sus “mensajes” [canalizaciones] sobre la Tercera Guerra Mundial    Grimsley y sus “mensajes” [canalizaciones] sobre la Tercera Guerra Mundial   EmptyDom Mayo 20, 2012 6:05 pm

Cómo fue abierta la caja de Pandora de los errores

Parte del Capítulo 10 - Historia de los Documentos de Urantia- por Larry mullins y el Dr. Mrerdith Sprunger.

Grimsley y sus “mensajes” [canalizaciones] sobre la Tercera Guerra Mundial

Quizás podamos considerar lo sucedido en relación con Grimsley como uno de los episodios más penosos de la historia de los escritos de Urantia. Para algunas personas esto no deja de ser sino un suceso más, pero a medida que profundizamos en el tema y abrimos algunas puertas hasta ahora selladas, resulta evidente que el caso de Grimsley está íntimamente relacionado con lo relatado en el capítulo IX, que acabó por hacer peligrar la declaración de fideicomiso y el texto original de The Urantia Book. Lo acontecido con Grimsley puede explicar por qué se mantuvo en secreto, durante tanto tiempo, lo que sucedió al texto original. Además, tuvo consecuencias negativas para la revelación.

Puesto que éste es un tema delicado, que se ha banalizado, para mi análisis de estos acontecimientos me he basado casi totalmente en la documentación y en la información cercana al punto de vista de la Fundación, evitando, en todo lo posible, la especulación, permitiendo que sean los hechos y sus protagonistas los que hablen por sí mismos. He tratado este episodio con cierta extensión porque, como escribió Hoite Caston, un antiguo fideicomisario, sobre el caso de Grimsley:

Este suceso es demasiado amplio para simplemente barrerlo debajo de la alfombra. Formaría un bulto tan grande que pronto tropezaríamos con él de nuevo[222].

Efectivamente, al igual que tenían que sacarse a la luz los acontecimientos que llevaron a los cambios de la segunda impresión, no podíamos esconder esta historia bajo ninguna alfombra.

En los años ochenta, Vern Bennom Grimsley, compañero de fraternidad de Martin Myers, se había convertido en el chico dorado del movimiento urantiano. Había conseguido ser alguien prominente dentro de la Fundación Urantia y de la Hermandad Urantia. Grimsley se las había arreglado para acercarse a Christy y ser bastante apreciado como ponente en conferencias urantianas. En 1967, él había fundado la mencionada Familia de Dios, una organización espiritual sin ánimo de lucro, a la que llegarían a pertenecer algunos fideicomisarios. En 1971, la Fundación le había concedido la condición de “agente especial”. Yo asistí en 1981 a una excelente ponencia presentada en el Congreso Internacional de Urantia, en Snowmass. Cuando terminó de hablar, hizo una petición a la unidad en el movimiento urantiano y se bajó del estrado. Una música de gaitas invadió la carpa de la convención. Vern se quedó de pie ante la multitud con un fingido rasgo de cansancio, aparentando no darse demasiada cuenta de la aclamación de los casi mil asistentes que se levantaron, aplaudieron y ovacionaron. Nunca había brillado tanto la estrella de Vern Bennom Grimsley.

Según Carolyn y Thomas Kendall, en enero de 1983, unos ocho meses tras el servicio religioso en memoria de Christy, Vern Grimsley llamó a Martin Myers y a los Kendall con un sorprendente anuncio: el 16 de diciembre de 1982 había comenzado a recibir mensajes de los medianos en forma audible. Les dijo que le habían pedido que comprara un terreno de 25 acres en Clayton, California, para alojar a los aproximadamente 40 miembros del personal de su Familia de Dios. Myers de inmediato se dirigió a California donde se unió a los Caston y a los Keeler para inspeccionar los terrenos[225]. Uno se pregunta cómo es que no se rechazaran sin más esos extraños mensajes. Es posible, como algunos piensan, que se debiera al carisma de Grimsley. Por otro lado, no es de extrañar que Myers, al menos en un principio, pudiera creer en los mensajes de Grimsley considerando que, según Thomas Kendall, ya había dado credibilidad a los de Christy.

Paul Knott confirma la existencia de estos supuestos mensajes en una entrevista realizada a Grimsley en 1983, en la que le había comentado que Christy le había dicho que él era un reservista de destino. Knott le preguntó por la razones de Christy para hacer esta afirmación, y él respondió. “No sé, pero creo que ella recibe los mismos mensajes que yo recibo.” Con posterioridad Knott, aunque sin revelar sus identidades, entrevistó a varias personas en relación a este asunto, pero ninguna de ellas sabía nada de estas afirmaciones de Christy de que estaba recibiendo mensajes desde 1955[226]. Los Kendall insisten, no obstante, en lo contrario.

En febrero de 1983, Grimsley anunció que había recibido un nuevo mensaje: “Todavía no ha llegado el momento de darle publicidad al Libro”. En su relato, los Kendall dicen también que, el 26 de febrero de 1983, Martin Myers expresó su deseo de invitar aquella tarde a Grimsley al comité ejecutivo de la Hermandad Urantia, comentando: “Seguro que tomarán algunas medidas importantes que impidan la publicidad [del libro] cuando oigan las palabras de Vern.” En mayo de 1983, murió el padre de Myers y éste invitó a Grimsley a oficiar el servicio religioso en su memoria. El 4 de septiembre de 1983, siete meses después, Myer dio una charla en un congreso en Los Ángeles, en la que hizo un largo y encendido tributo a Grimsley y a su organización:

[...] en este momento es adecuado hacer una mención especial de otro grupo [...] la Fundación Familia de Dios. Bajo el incansable e infatigable liderato de Vern Grimsley [...] [ésta] ha establecido nuevos niveles de eficacia en el servicio al planeta [...] su inquebrantable lealtad a los propósitos y objetivos de la Fundación Urantia y a la Hermandad Urantia ha ayudado materialmente a la inauguración de una nueva era en Urantia [...] se puede anticipar de los signos que se vislumbran en el horizonte que su verdadera labor acaba de empezar[227].

Por esta fecha, el comité ejecutivo de la Hermandad Urantia comenzó a tratar el tema de la publicación del libro en rústica. Harry McMullan, consejero general de la Hermandad, trajo una maqueta en tres volúmenes. En esto muchos creyeron percibir que se intentaba dividir en libro y hacer una publicación separada de los escritos de Jesús, algo que había sido objeto de un largo debate entre los urantianos. Había consejeros que creían que una publicación por separado de la parte de Jesús, como un evangelio nuevo y engrandecido, alcanzaría a un gran número de cristianos que no se sintieran atraídos de inmediato por la versión completa del libro. Hay que recordar que Meredith J. Sprunger se sintió impulsado a leer el libro completo tras leer los escritos de Jesús. Otros consejeros, aparentemente ajenos al hecho de que el texto original ya había sido modificado, creían que tal acción pondría en peligro lo que la Fundación llama ahora, de manera eufemística, el “texto inalterado”.

En medio de este debate en la Hermandad, de forma repentina, de las sombras del círculo interior mencionado, surgieron el tema de las comunicaciones paranormales y la cuestión de la continuada ayuda especial celestial. El 19 de septiembre de 1983, cuando Grimsley estaba tomándose un baño, recibió al parecer un mensaje, en apoyo de la política de la Fundación, que decía con rotundidad: “No dividan el Libro.”[228] Fue el mismo Grimsley quien personalmente comunicó este mensaje en el comité ejecutivo, que posteriormente se filtró a los oídos de muchos desconcertados urantianos. El mensaje impresionó vivamente a los dirigentes del comité ejecutivo con algunas notables excepciones como Harry McMullan. Junto con Berkeley Elliott, McMullan representaba a la Oklahoma Society en el consejo que instó a sus compañeros consejeros a que no aceptaran pasivamente las palabras de Grimsley como si fueran instrucciones de los medianos.

Sin embargo un gran número de líderes de la Hermandad y de la Fundación sí dieron crédito a los mensajes de Grimsley. Algunos, incluso comentaban haber oído a la misma Christy decir alguna vez que Vern Grimsley era miembro del colectivo de reserva de destino. Algunos recordaban que en la oración realizada en el servicio religioso en memoria de la fallecida Christy, Grimsley había revelado que ella antes de morir le había “encargado” que llevara a cabo, de forma urgente, la labor especial de proteger y preservar la revelación con “particular atención a la propiedad intelectual y a las marcas registradas”, y de fomentar la unidad espiritual del movimiento urantiano:

Christy me ha dado instrucciones claras y explícitas para que os dé este mensaje de unidad espiritual y de prioridades espirituales, pero no solo en este servicio religioso realizado en su memoria aquí hoy, sino en todo el conjunto del movimiento urantiano en el futuro. Y le juré: “Haré esto hasta que muera.” Me pidió que nos encargáramos de rededicar nuestras vidas a Dios […] y de trabajar con valentía por la unificación espiritual del movimiento urantiano”[229].

Hubo muchos líderes urantianos, en particular aquéllos que creían que Christy había estado recibiendo una guía celestial, que opinaban que el “testigo” había pasado a manos de Vern Grimsley. Pero Grimsley perdería toda su inusitada prestancia ante los líderes urantiano cuando sus propios “mensajes” tomaron un sombrío y escalofriante rumbo. El 6 de octubre de 1983, supuestamente unas voces anónimas le dijeron: “Preparaos para la Tercera Guerra Mundial.”[230] Grimsley advirtió de las convulsiones que se estaban dando en todo el mundo, y la Familia de Dios comenzó a almacenar provisiones. A mediados de octubre, Grimsley envió unas 100 cartas a líderes urantianos avisándoles de la inminente guerra mundial y les instó a que se reunieran con él para analizar la situación. Las catastróficas predicciones horrorizaron a la comunidad urantiana. Además, ayudado de otros “mensajes”, Grimsley pidió que los archivos de la Fundación e inventarios del libro se llevaran para su seguridad a Clayton, un centro de operaciones fortificado[231].

Hacia el 30 de octubre de 1983, tras diez años como agente especial, la mayoría de los fideicomisarios revocó a Grimsley esta condición, con la oposición de Thomas Kendall que se negó a firmar la carta de notificación. Sobre esta misma fecha, un preocupado Hoite Caston visitó a Grimsley. Caston, Myers y Keeler tenían en ese momento una estrecha relación, y para muchos urantianos sus acciones parecían encaminadas hacia el propósito común de distanciarse a sí mismos de Grimsley y destituir a Thomas Kendall, Presidente de la Fundación Urantia, su más importante apoyo. A los compañeros de la fraternidad universitaria les había preocupado especialmente el hecho de que Grimsley se hubiese dirigido directamente a la comunidad urantiana, horrorizándola con sus catastróficos mensajes.

Desde el comienzo, sin embargo, Meredith J. Sprunger se había resistido con energía a la apocalíptica ola de miedo y había cuestionado abiertamente aquellos mensajes, considerándolos un engaño. Viajó a Oklahoma City para calmar el miedo y todos nos beneficiamos de sus nervios templados, de sus conocimientos profesionales y de su sabiduría espiritual. En Boulder, Clyde Bedell instó a los lectores a serenarse, lamentándose del hecho de que los líderes de la Hermandad hubiesen empezado a construir un refugio contra la lluvia radioactiva, y corriesen “de un lado para otro como pollos a los que se le hubiese cortado la cabeza.” El 27 de octubre de 1983, Morris Siegel (“Mo”), representante de la extensión nacional de la Familia de Dios, se dirigió a un grupo de estudio de Boulder durante media hora, advirtiendo a aquellos ya asustados urantianos del holocausto nuclear de la Tercera Guerra Mundial que se avecinaba y de sus terribles consecuencias. Con un considerable coste, Siegel, que llegaría a ser fideicomisario de la Fundación, había construido y acondicionado un refugio antinuclear para su familia, y había advertido que se esperaba que cualquier ataque podría sobrevenir sin previo aviso.

Entonces, Clyde se pronunció al respecto:

Si hay extrañas voces y gemidos de noche para algunos urantianos y los sonidos de inquietantes advertencias, serán posiblemente de nuestros amigos de “arriba” […] o quizás sean, y en mi opinión es lo más probable, los confusos ecos, miedos, dudas y confusiones —espero—que nacen de dobles lealtades, lealtades a nuestra condición espiritualmente inmadura y a nuestra creciente –espero— pero incompletas lealtad a Jesús y al Padre […] Los extremadamente activistas urantianos que son leales a la política oficial [urantiana] a la luz de los requerimientos del Libro de lealtad sobre todo a los gobernantes del universo, ponen una “tremenda tensión en el alma […] la mente humana no resiste bien el conflicto de una doble lealtad” […] Ahora, si la guerra no viene, seremos, no la “sociedad casi secreta” que hemos sido debido a la política represiva del 533, sino una desacreditada muchedumbre digna de risa[232].

El miércoles, 6 de noviembre de 1983, Grimsley dio instrucciones a Richard Keeler, su mayor contribuidor y director ejecutivo de la Familia de Dios, para liquidar las cuentas de la organización y ordenó que el dinero, una cantidad de 1.300.000 dólares, se le mandara inmediatamente. Grimsley dijo a Keeler que unas “voces” le habían dicho que la alerta roja y la Tercera Guerra Mundial empezaría el fin de semana del 18 al 20 de noviembre. También le dijo a Keeler que quería convertir el dinero en oro para la catástrofe que se aproximaba. El dinero se envió por giro telegráfico el día siguiente[233]. Ese mismo día, Hoite Caston envió a Grimsley por correo urgente un informe inicial evaluando aquellos supuestos mensajes celestiales y solicitándole su respuesta. Este informe, que obviamente había sido preparado con antelación para usarse en el momento oportuno, criticaba a Grismley con acritud y ponía al descubierto muchas de las falacias de sus reivindicaciones, pero también presentaba a un Martin Myers en completo desacuerdo con los mensajes de Grimsley. Ese mismo día envió copias de este informe a todos los miembros del comité ejecutivo de la Hermandad para guiarles en su toma de decisión respecto a Grimsley[234]. El domingo 20 de noviembre, tras disfrutar de un fin de semana desaparecido, Richard Keeler mandó una carta renunciando al puesto de director financiero de la Familia de Dios a Vern y a Nancy Grimsley. En su carta, el multimillonario Keeler también anunció a los Grimsley que había legado toda su fortuna personal a la Familia de Dios, pero que ahora les había desheredado[235].

Entretanto, en el círculo de poder interno, Myers empezó con su postura de rechazo a los mensajes. De forma confidencial comentaba que estaba preocupado por la imagen pública que se estaba dando: “No quiero que se conozca este movimiento como el grupo del juicio final y que lo dirigen personas que dicen recibir mensajes.” Pero los Kendall defendieron a Grimsley diciendo que los mensajes anteriores eran verdaderos, en cierto sentido confirmando lo que había sido una política de aceptación de este tipo de mensajes. Thomas Kendall tomó entonces una fatídica decisión. Tras reunirse con otros fideicomisarios, decidió ir con su esposa Carolyn a Clayton para comentar todo aquello con Grimsley, aunque sin representar a la Fundación, como uno de los fideicomisarios le había pedido[236].

Antes de su mensaje apocalíptico sobre el estallido de la Tercera Guerra Mundial, Grimsley había tenido de su lado no sólo a líderes del movimiento urantiano como Thomas y Carolyn Kendall, sino a los cinco fideicomisarios, dos de los cuales, Gard Jameson y Philip Rolnick, habían estado colaborando con él, como voluntarios, en las oficinas centrales de Clayton. Ya se ha comentado que Mo Siegel y Richard Keeler, fideicomisarios en la actualidad, también le habían apoyado: el primero como representante de la extensión nacional de la Familia de Dios con sede en Boulder y el segundo como director ejecutivo de inversiones financieras de esta misma organización. Sin embargo, Martin Myers había conseguido minar este respaldo.

En el momento en que los Kendall regresaron de California, ya Myers había tramado algunos drásticos cambios para ellos. Cuando Thomas Kendall se dio cuenta de lo que estaba pasando entre bastidores era muy tarde y se lamentó:

Empecé a darme cuenta de que Martin creía que él, no yo, debía ser el presidente de la junta de fideicomisarios [...] Sospeché que estaba esperando alguna excusa que le resultara convincente para hacerse con el puesto de presidente y la tuvo en la polémica suscitada por Vern Grimsley. El 31 de diciembre de 1983 se me informó de mi destitución como presidente y de los pasos que se estaban dando para hacerlo también de la junta[237].

Considerando el apoyo inicial de Martin Myers a Grimsley y su supuesto apoyo a los “mensajes” de Christy, los cargos contra Kendall eran de lo más singulares. Se le acusó de estar “bajo la influencia de fenómenos paranormales”, los cuales “resultaban una distorsión de las enseñanzas de The Urantia Book por el hecho de que el libro recalca la función de la sabiduría evolutiva y la lucidez de juicio desarrollados a partir de la propia vivencia espiritual para resolver problemas y retos [...]”[238].

Kendall cuestionó aquellos cargos, y recordó a los fideicomisarios que en noviembre de 1980, el tema de la traducción del libro al francés se había resuelto por la creencia en un “mensaje”. Kendall se refiere a esto:

TAK [Thomas Kendall]: Tras la Junta de fideicomisarios que se reunió el siguiente sábado Christy y Martin leyeron un mensaje supuestamente recibido unos días antes esa semana, que decía: “No participéis en largas e interminables conversaciones con el Sr. Weis[239]. Leer página 840”. Yo interpreté el mensaje como hicieron los auxiliares administrativos, Scott Forsythe y Michael Painter, en el sentido de que no deberíamos enredarnos en largas negociaciones. Se puede concluir que los otros fideicomisarios interpretaron el mensaje como que no deberían implicarse en ningún tipo de negociación. La página 840 trata de la conspiración de Caligastia. El significado de esta referencia está también abierto a discusión[240].

De este pasaje escrito de Thomas y Carolyn Kendall podemos razonablemente llegar a dos sorprendentes conclusiones: primero, que Martin Myers creyó, y aparentemente incentivó los mensajes que Christy “comunicaba” y, segundo que, como se ha mencionado, no solamente sirvieron de base para las modificaciones hechas en el texto a partir de la impresión de 1967, sino que la Fundación los aceptaba de forma rutinaria y los tenía en cuenta a la hora de establecer su política de actuación. Pero, la llamada de Kendall a la coherencia en la Fundación no tuvo resultado y, tras 20 años como fideicomisario (y 10 como presidente de la Fundación), se le expulsó y humilló, y Myers fue rápidamente elegido nuevo presidente de la Fundación Urantia. Él acabaría por nombrar fideicomisarios a dos compañeros de fraternidad, a Hoite Caston, en junio de 1986, y a Richard Keeler, en junio de 1989. Al preguntársele después por qué los había elegido cuando ambos habían apoyado a Grimsley, Myers contestó que eran hombres “a prueba de rebelión”[241].

Cuando las predicciones de Grimsley respecto al estallido de la Tercera Guerra Mundial fallaron en la fecha que había preconizado, el movimiento de la Familia de Dios perdió su empuje y acabó por desaparecer, dejando atrás a muchos avergonzados líderes prominentes y permanentes cicatrices. En junio de 1984, Hoite Caston produjo su informe final, de unas 250 páginas más apéndices, relacionado con el tema de Grimsley, que Richard Keeler revisó. Nancy Grimsley lo calificó de “difamatorio” añadiendo que contenía “muchos errores, distorsión y falsedad” [242] y pidió en vano a Caston que no lo distribuyera. Este voluminoso informe atacaba virtualmente cada aspecto de la actividad de Grimsley, su comportamiento, su carácter, y no dejaba títere con cabeza. Contenía pasajes de los “mensajes” en los que las supuestas “voces celestiales” hacían bromas bobas y comentarios subidos de tono. El repugnante contenido de algunos de estos “mensajes” acabó por convencer a todos los indecisos a dejar de apoyar a la Familia de Dios. A pesar de su tono, en gran parte sensacionalista, el informe contenía puntos de mucha claridad mental y enseñaba los peligros de prácticas carismáticas y, en especial, de comunicaciones paranormales.

Más que nunca, tras el engaño de aquellos mensajes de Grimsley, quizás eran los de Christy y la alteración del texto original el secreto mejor guardado del 533 de Diversey Parkway. Caston, evidentemente inconsciente de esto, comenta en su informe:

¿Puede el movimiento urantiano permitirse tener en posición de liderato a personas que [sic] aceptan la guía de voces alucinatorias, visiones y otras formas de fenómenos paranormales? En mi opinión, este comportamiento es sumamente cuestionable si estas personas mismas están experimentando los fenómenos, pero cuando los líderes aceptan y promulgan estos no fundamentados “contactos” y afirmaciones de otras personas, ¿qué dice esto de su criterio y responsabilidad?[243]

Las comunicaciones paranormales de Christy resultaban muy desconcertantes, puesto que una de las más citadas “instrucciones” entre los textos apócrifos aceptados por la Fundación Urantia advierte de estas mismas cosas. La misma Christy, como presidente de la Hermandad Urantia, las usó en una carta a los “líderes” urantianos:

Muchos extraños “ismos” y grupos buscarán adherirse a The Urantia Book y a su inmensa influencia. Nuestras vivencias más duras pueden aparecer muy bien en relación a esos grupos que tan fuerte proclamarán su creencia en las enseñanzas del Libro y que continuamente tratarán de adherirse al movimiento. Se necesitará sensatez para proteger a la recién formada Hermandad de influencias distorsionantes y de la distracción de esos variopintos grupos y de personas que igualmente perturben y trastornen, algunos bien intencionados, otros siniestros, que anhelan formar parte de la auténtica composición de la Hermandad Urantia.

A pesar de esto, parece haber una atracción irresistible hacia tales cosas. Hay también un continuo flujo en este sentido en la oligárquica Fundación Urantia. Tras la dimisión de Hoite Caston y Thomas C. Burns de sus cargos de fideicomisarios, sorprendentemente, tal como se pudo ver en su portal en la red, en noviembre 1999, los fideicomisarios Keeler, Siegel y Jameson, que habían colaborado con la Familia de Dios viajaron a California para tener una larga reunión con Grimsley. No se sabe con exactitud de qué se habló allí; si bien, tras la reunión, la Fundación Urantia empleó los servicios de Grimsley para preparar una ponencia sobre la necesidad de unidad. Richard Keeler pronunció aquella ponencia, escrita casi completamente por Grimsley, en el Congreso de la Fraternidad en Vancouver, British Columbia.

Clyde Bedell fue la voz más enérgica que se alzó contra el anunciado “crecimiento lento” de la Fundación Urantia y de la Hermandad Urantia. Tras 60 años de participación en el movimiento urantiano dijo antes de su muerte:

Es hora de que el gran secreto urantiano salga a la luz y se sepa que hay una revelación de los tiempos aquí y ahora, dada para transformar a nuestro tristemente enfermo planeta a través de la transformación de hombres y mujeres. “Oh, oh”, dicen ustedes. “Estaríamos violando las estrictas instrucciones de la Fundación y de la Hermandad si anunciamos con tanto empuje el mensaje urantiano” [...] pero no he encontrado ni una sola frase en el más del millón de palabras de [The Urantia Book] que diga: “Obedecer a Jesús y a The Urantia Book [...] a difundir eternamente este evangelio, excepto cuando los fideicomisarios de la Fundación Urantia en Chicago digan: ‘No obedezcáis a Jesús, obedecednos a nosotros!’”[246].

Conflictos, confusión y demandas

Los roces entre la Fundación Urantia y la Hermandad Urantia aumentaron cuando Martin Myers se convirtió en el presidente de la Fundación. Thomas Kendall comenta:

La separación entre la Fundación y la Hermandad ha hecho que su relación se haya ido erosionando paulatinamente. Cada vez más la Fundación ha ido adoptando una actitud de propiedad no sólo hacia The Urantia Book, sino también hacia la Hermandad [...] al aplicar su martilleante control de las marcas[247].

En octubre de 1989, Martin Myers, presidente de la Fundación Urantia, desautorizó a la Hermandad Urantia, prohibiéndosele usar el sustantivo “Urantia” y los tres círculos concéntricos —las llamadas marcas—. Al no poder usar más dicho sustantivo, ésta tuvo que cambiar su nombre, de forma obediente, y se convirtió en la Fellowship (la Fraternidad)[248]. Casi todas las sociedades de la Hermandad votaron para permanecer en la ahora denominada “Fellowship”[249].

Siguiendo a esta serie de agitaciones, en los noventa surgió un renovado interés en comunicaciones paranormales, provocando otro factor de desconcierto y división en el movimiento. En algunos casos los grupos de estudio se convertían en sesiones de comunicación en las que supuestos seres celestiales desencarnados hablaban a los crédulos humanos a través de receptores humanos. La Fundación Urantia, bajo la dirección de Keeler, dio permiso para que se publicaran incluso obras escritas en estas sesiones con citas de los escritos.

Hubo una sesión de comunicación en el Congreso Internacional de la Fraternidad en 1999, en la que una supuesta entidad llamada Ham, que hablaba supuestamente a través de su receptor humano, contestaba a preguntas de la audiencia. Aunque con respeto a que cada cual pueda o no aceptar estas prácticas, el resurgimiento de este tipo de comunicaciones muestra una desafortunada desviación de las enseñanzas de los escritos, contraria además a las advertencias expresadas por el Dr. Sadler. Meredith J. Sprunger, que desde el principio también se opuso a estas comunicaciones, resume muy bien todo el ambiente de conflictos y demandas de aquel momento:

Muchos de nosotros nos damos cuenta ahora de que la quinta revelación de los tiempos ha empezado a navegar sobre los turbulentos mares de la lucha evolutiva[250].

Sin duda, las comunicaciones paranormales de Christy y su aprobación por parte de líderes urantianos han confundido a muchas personas y han abierto la caja de Pandora de los errores.

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